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¿Cuándo Madurarás Colombia?

  • Andrés Felipe Pérez Tamayo
  • 30 oct 2014
  • 6 Min. de lectura

Hoy te conozco después de 17 años, pero no lo suficiente. Nadie podría conocerte en tu máximo esplendor. Colombia querida, himno de fe y armonía, café y oro. La historia lo demuestra y aún eres una adolescente, pero descuida, nosotros también tratamos de crecer contigo, aunque para ello hayan tenido que caer cientos de miles de cabezas. Pero he de imaginarme que no te acuerdas, ya que sufres de amnesia, amnesia conveniente diría yo, aunque para fortuna nuestra aún sabes leer, porque es muy importantes que los demás países no crean que tú eres una analfabeta. Esto es para ti.

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Colombia, la que tiene consigo marcada la insignia de campesinos “Echados pa´ lante” tus incesantes entrañas te enseñaron el camino del trabajo, la lucha y el esfuerzo, tus valerosos brazos hinchaban a reventar cada día luego de labrar la tierra.

Tú, Colombia, tierra donde los ideales políticos se volvieron en tu caprichosa ambición, la insolencia de aferrarte a ideas como verdades absolutas te sesgaron de la humanidad, y aquellos que no estaban a favor tuyo los consideraste en tu contra.

Fuiste un fiel seguidor de “la mejoría” esa palabra abstracta que no tiene fin, mas infinidad de medios para llegar a ella. Tus delirios de poder, que nunca lo entendiste te hizo creerte emperadorcito, lo que desfiguró tu magnánima cara de campesino para convertirte en un payaso de circo con armas y gafas al mejor estilo de Al Capone. Confundiste la mejora con “la

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facilidad” y cambiaste los granos de café por cultivos de coca, pero antes de que te juzgarán ya tenías excusas para justificarte, porque no querías que a la imagen de los demás te vieran como delincuente, o ilícita, pero como sé que no te gustan estos términos, espero no me mates si los nombramos “trabajo alternativo”. ¡Felicidades! Conseguiste empleo, uno donde te pagan bien, aunque para ello tuvieras que matar a tu hermano. Hipócrita como Caín, que por las mañanas abrazaba a sus padres, pero en cuanto salía a las calles mataba a todo aquel que considerara una amenaza para sus intereses económicos. Pero descuida, Dios en vida no te condena y el sistema judicial te ha dejado impune.

Así eres tú, Colombia. Ser que ama y mata, tu maniqueísmo es una caja de pandora y tu pueblo cierra los ojos mientras nos sigues empujando al barranco de los muertos. ¿No te das cuenta que si nos matas te destruyes? Creo que sí, pero no te importa, tu áspera piel se adaptó a los fuertes golpes, las palizas y las balas que rompen a pedazos tu tronco de madera, aunque sigues siendo tan frágil como una copa de cristal.

Tú, Colombia. Eres la sangre desbordada en el campo, las riñas de las cantinas y el perdigón que salió del cañón de la escopeta para asesinar liberales y conservadores. Fuiste las novelas que durante 1 segundo, o una hora para ser más precisos (con propagandas incluidas) nos hicieron olvidar que “la calle es una selva de cemento”, el Show de Jimmy, Betty la fea y Café con aroma de Mujer. Fuiste las masacres a líderes que ofrecieron inclusive su vida a cambio de tu mejoría en un anhelo de paz, el Gaitán, el Galán y el Garzón. Fuiste los delirantes poemas nadaístas de Gonzalo Arango, y la toma del palacio de justicia. Fuiste el premio nobel de literatura y la muerte al presidente de “El espectador”. Fuiste el 5-0 contra Argentina, el sudor

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agobiante de la victoria de Lucho Herrera en la vuelta a España del 87´y el Concierto de Ancón en el 71´. Fuiste y serás. Porque eres joven, llena de vida, con unos cuantos problemas mentales ciertamente, pero descuida, no has sido la única, y algún día, ese no sé qué, que te levanta por las noches con delirios de "Malparidez" se te pasaran y comenzarás a quererte como muchos te queremos, y nos querremos tanto como estemos dispuestos a hacerlo.

Tu Colombia no eras solo las letras expresas en los libros de historia, ni las cautivadoras voces que dan testimonio de tu vida. Tú eres un comic, una película que va más allá de la ambigüedad de los personajes antagónicos y protagónicos. Pero para retratarte querida Colombia, quiero que me entiendas, pues mi idea, no es impregnarte de una ideología más, que ya tantas veces te han hecho daño (y a veces bendecido), pero soy consciente de que no seré objetivo.

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Colombia, tierra enamorada de los ideales, ellos eran los “Omelette du fromage” en tu vida. Tú como conejo te entregaste a un lobo hambriento, por eso sangras como virgen recién cogida. Te subiste en una nube deseando un amor platónico, pero te encoñaste con el deseo de ver sangre en las calles y cabezas decapitadas, a veces producto del “guaro tras guaro” que te deja sin razón, y a veces por ese movimiento que te revolcaban las pasiones por las ideas inscritas ya planteadas en tu ser. Volviste la vida un juego y por eso anotaste goles con las cabezas de conservadores luego del famoso “Bogotazo”. Tus ideologías tienen más direcciones que una brújula, hablas de derechas, izquierdas, diagonales, arriba y abajo, sin mencionar las ideologías “ultra” que también existían (ultraderecha, ultraizquierda etc…), pero si bien tus ideas tenían tantas vertientes como maneras posibles de obtener la mejoría lo único cierto es que tu política de acción no cambio mucho. Te auto proclamaste FARC, ELN, M-19, EPL entre muchos otros. Pero tu búsqueda implacable por el poder los obligó a apuntar el rifle con el mismo dedo índice. Colombia, te pusimos la etiqueta de “Violencia” palabra que aun no entiendo muy bien pero que estuvo presente en todas las andanzas de la vida Colombiana. La muerte amplio su mercado y montó sucursales para atender a la gran demanda que el país ofrecía para su negocio. Mientras, los que aún quedaban vivos, justificaban la muerte de los otros.

Tu historia es una película fuera de la dicotomía existente entre Héroes y villanos, Los “malos” se creían buenos, “los buenos” eran catalogados como malos, y así es como se enfrenta esta lucha de quien sabe que carajos era. La historia que se cuenta es de como Pablo Escobar hacía casitas a los pobres, mientras pagaba dos millones de pesos por cada policía muerto. Un ejército encargado de salvaguardar la integridad de la nación pero que tenía tanto miedo como un pequeño perrito faldero cuando intentas pegarle para asustarlos. Un grupo que asesinaba y otro grupo que asesinaba a quienes asesinaban en un comienzo.

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Distinguimos a los otros desde nuestros propios conceptos y comenzamos a juzgar, las ideas, Tanto mal han hecho para poder encontrar en nosotros mismos una identidad nacional. Aquí no hay papeles antagónicos, hay papeles secundarios que jugaban a ser los protagonistas, y para ello, harían hasta lo imposible para poder ganar el reconocimiento que tanto necesitaban, Hacer espectáculo y dar un Show, que, dudo podamos eludir tan fácil.

Ya la historia está marcada y si bien no podemos corregir los actos del pasado si podemos prepararnos para el futuro, pero solo lo haremos cuando dejemos de autoimponernos etiquetas, y peor aún, etiquetas que me distingan del otro como su rival, Basta de dicotomías y comencemos a entender que la vida es de todos y para todos, no quiero sonar cliché, pero la necesidad es ser felices, no mejores, La mejoría es ambigua y por lo general se toma como “Poder”, pero nadie es más que otro, y no hablo de acabar con el sistema, que aún es necesario. Hablo de esa posibilidad, si bien, pensada, no es imposible. El día en que los intereses particulares no sobrepasen la necesidad intrínseca que nos remueve la sangre de querer superarnos, no a comparación, ni mucho menos con otros países, sino con nosotros mismos. Aunque, bendito seamos los Chibchombianos, que nacimos en un país de etiqueta “subdesarrollado”, porque tenemos privilegios con respecto a las potencias, no la riqueza económica, TU RIQUEZA NO ES ORO sino la imposibilidad sobre esta que nos obliga indirectamente a fortalecer las riquezas por otros medios, otras formas y potencializar cualidades no existentes en países que “lo tienen todo”

Por eso Colombia, aunque padeces y gozas, vives y mueres. Tu Eres, y no sé cómo sería Colombia (como territorio) sin ti (llena de nosotros, ellos, los demás y tú). Tu historia se construye cada día, pues cada día amanece, y yo estaré ansioso, aunque cansado del desvelo por saber que aún habrá ¡ESPERANZA!

 
 
 

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