Victoria de un fracasado empedernido (Fragmento)
- Andrés Felipe Pérez Tamayo
- 19 ene 2015
- 3 Min. de lectura
Nadie nunca se lo hubiera imaginado... Julio y Margarita se clamaban amor, ese de película que los hacía sentir mariposas, que darían lo que fuese por que el otro estuviese bien, ese que sería infinito (infinito hasta que se acabe), ese amor de locuras y travesuras dispuesto el uno al otro.

Pues bien, tanto amor tenía que ser consumado de alguna manera, que mejor que el sexo, y les bastó con un viernes por la tarde cuando Hugo, el padre de margarita trabajaba de portero y Eugenia (madre de margarita) estaba en la peluquería ocultando su adultez con maquillaje, uñas pintadas y cabello cepillado.
Tras los preparativos echos por margarita luego de que su madre se fuese, él llega a las 2:00 de la tarde (nunca había llegado puntual a nada), julio traspasó la puerta de su novia, y con tan fina elegancia, más bien parecíaun Don Juan.
Con el tiempo a contrareloj tomo más tiempo en cerrar la puerta del cuarto de sus padres que en desvestirse, cerraron las cortinas para que gloria (la chismosa del barrio) no los atrapara en plena faena.
Con los tendidos en el piso pero los cuerpos en la cama, julio, el hombre quién, por cultura debe tomar la iniciativa, esta mentalizado en hacer gozar a su amada, demostrarle seguridad para ella sentirse relajada, pero era ineludible el hecho de que sus manos aun temblaban como virgen, es gracioso que ambos jovenes lo fueran.
Ambos, sacaban de su modo más empirico lo que videos y parientes les habían enseñado al respecto. Julio no se aguantaba las ganas de saborear los senos de margarita y por alguna razón, el fetiche de Margarita, era cojer los gluteos flacidos, chupados y caídos de Julio.
Tras el romanticismo de saber que podían contar el uno al otro, las caricias constantes y la posición clasica del hombre encima de la mujer, los misioneros comienzan a sentir esa extraña sensación de, literalmente "estar el uno en el otro" cual si fueran uña en la mugre, anillo en el dedo y cualquier otra expresión coloquial de doble sentido que pueda referirse al coito.
Terminado el acto, y producto del cansancio, julio se arrecuesta al lado de margarita, es indescriptible relatar la caras de idiotas inocentes que conservaban, sus mejillas rosadas, la inhalación entrecortada. Observan el techo como si fuese el universo, pero a su vez mirando la nada, una perpleja divagación de malparidez cosmica ¡Fue maravilloso piensa uno del otro! Pero ninguna se atreve a romper el silencio, ese silencio perfecto, de vez en cuando se miran y hallan su propio lenguaje, ese que dice todo sin decir absolutamente nada, ese silencio que habla a gritos a través de gestos, miradas y caricias.
Trasncurrido un leve momento, la euforia se apacigua y la adrenalina disminuye, pero lo que los hizo levantar de tal somnolencia alegre fue el "Hijueputa julio, ya son las 6:30pm, mi madre ya va a llegar"
Julio recoge sus bermudas lo más rapido posible, aunque no tan rapido como se la quito cuatro horas y media antes, saben que el tiempo corre, y la adrenalina regresa, no por el satisfactorio placer del coito si no del delirio de que en cualquier momento suene la llave que abre la puerta de la casa de margarita.... Cuando julio iba a salir de la casa de su amada se despide con un beso como nunca antes se lo había dado, se abrazan y agradecen. La chica sube la escaleras de su casa para asomarse por la ventana y ver de nuevo, aunque no tan exitante, las nalgas flacidas, caídas y chupadas de julio mientras piensa "Te amo".
Julio camina con sus tenis Nike, que se los trajo su tía de estados unidos... Pensar es inevitable luego que sucede un acontecimiento importante, cada detalle, cada beso, cada palmada en el trasero... Sigue anonadado,, incredulo de lo que acaba de hacer. No se arrepiente y durante el camino conserva la cara de idiota, una sonrisa indescifrable para aquellos que desconocían completamente lo sucedido, es increíble todo lo que se puede pensar en tan poco tiempo, se decía asi mismo mientras se despide de margarita a través de la ventana del cuarto de sus padres. Nadie nunca hubiera imaginado que fue esa, la ultima vez que se vieron.
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